Igualmente adoro a mi tía abuela.
La pregunta es: ¿Cómo es que en el medio de una de las batallas épicas entre mi cabeza y yo, en las que no logro conciliar el sueño, y, a partir de un insulto dicho en voz alta y el recuerdo de un recuerdo, termino escribiendo sobre mi desdichado infortunio amoroso seguido de una pregunta más larga que cola de jubilados en el Banco Nación a las diez de la mañana mechada con comparaciones del estilo de "almejas", "coliflores" o "cara de hisopo usado", para así no llegar a ningún lado más que a la conclusión de que ponerle un fin a/concluir algo me resulta inmensamente arduo?
No sé qué es peor, perder el hilo u olvidarse de cerrar la pregunta con un signo de interrogación.
De alguna manera, algo condujo a que me vea a mí misma, vestida con aires bohemios, tal vez ebria, deambulando por alguna calle de Soho bajo el cielo nocturno de Londres y exclamando a pura voz: "¡GRACIAS RETÓRICA, GRACIAS ENFERMA MENTE MÍA, GRACIAS PSICOANÁLISIS, GRACIAS VIDA, GRACIAS, GRACIAS!"
Algún día alguien va a caer bajo mis encantos y quizás vuelva a tejer, ya van a ver... Mientras tanto cierro los ojos, miro al cielo y sonrío al decir "Gracias.", porque siento que estoy viva y porque ahora misma me encuentro ebria en Soho. ¿Que qué más quiero? sólo una cosa: llegar.
Almohada, no sos una puta cualquiera, sos MI puta.
Agradecimientos:
Silvia Castillo, Erich Fromm, Julián Perdoménico (mi Ibupirac 6OO), Almohada, Jarvis Cocker, Amadeo Modigliani, Edgar Allan Poe, Insomnio, Rosa Schenkel.